jueves, 22 de octubre de 2009

Dios sabe todo lo que sabemos de él

Esa noche en Jamaica vi el futuro. El prometedor FUTURO.
Venía saliendo del baño después de vomitar, con una mano secándose un resto de saliva y jugos gástricos, y con la otra, acomodándose el pelo que le caía sobre el escote. Era el anti erotismo personificado, la imagen misma de la resaca de una noche de ácido y vodka después de que Max Hardcore le diera como piñata en fiesta mexicana.
Tenía la mirada extraviada en la borrachera, pero aún conservaba un mínimo de dignidad; coqueteaba, intentaba hilar una conversación, intentaba decirme lo incorrecto de lo que hacíamos, intentaba hacer que me esforzara, que me costara, y cuando nada de eso resulto y yo seguía mirando el prometedor futuro, me lanza un "Este mundo reculiao esta cagao, salud!".
Y esa noche, el futuro me dio un beso.
Intentaba escucharme, hacer como que me entendía, decirme que si, como si eso fuera a significar algo, resolver algo o cambiar el rumbo radical de nuestras vidas. Pero no, esa noche el futuro me decía otra cosa, que no importara lo que hiciera, siempre habría putas en un carnaval. Cada uno seguiría con su vida lo mejor que pudiera, haciendo nuestros respectivos papeles en la burbuja brutal y despiadada de eso que se llama sociedad.