martes, 14 de septiembre de 2010

Yo una vez me subí a esas sillas de mierda. Me dio miedo.
Estaban oxidadas y la última mantención se la hicieron antes de la caída del muro de Berlín.
Fue atroz.
Pero sobreviví para contarlo.
Lo terrible no es la gente alrededor, que no hace fila, solo observan.
Nunca vayas a un parque de inspiración soviética, mejor tomate un copete en una banca, y espera atentamente la terrible muerte de alguien que sale despedido de la silla, al estilo Gagarin.
Tal cual el ciento de weones que esta alrededor.
Si, lo he dicho antes, a veces es más valioso parecer el adecuado que tener la pregunta adecuada.

La verdad, esto no le importa a nadie.
Lo único que debería importarnos a todos: Solo hay mundo, donde hay lenguaje.